La desatención de la Cultura Empresarial

Por más que se comprueben todos los beneficios que la Cultura Empresarial tiene para todo el equipo de trabajo y los directivos, es en esta última sección donde todavía existe una mala percepción de la misma, ya que se considera algo que no favorece la productividad. Ya sabemos las consecuencias que trae esta desatención, y queremos volver a contarte sobre eso en nuestra nueva entrada.
De parte de Mayork, podemos confirmar una cosa importante: la Cultura Empresarial es un concepto cuyo impacto ha sido tal que hoy en día muchos candidatos, empleados y hasta líderes buscan priorizar su bienestar laboral y calidad de vida por encima de simplemente su trabajo. Es por eso que todos los elementos que más definen a esa iniciativa, como el reconocimiento y los horarios flexibles, se han convertido en algo indispensable para ellos.
Desgraciadamente, a pesar de que se creía que la vida laboral/empresarial iba a cambiar para bien a partir de la pandemia de COVID-19, muchos de estos beneficios dejaron de existir o no han sido implementados en muchos sectores, y situaciones que distinguen a una mala Cultura siguen estando presentes en el día a día de muchas personas.
Esto siempre viene de “arriba”, y de la percepción errónea que socialmente se tiene a algunas características de la Cultura Empresarial, siendo el trabajo híbrido/remoto el más criticado, ya que se relaciona con la pereza o es un sinónimo de “no ponerse la camiseta”.
Y ya sabemos a lo que esta desatención conlleva: renuncias silenciosas, ambiente laboral tóxico, mal desempeño de la empresa y demás. Por lo tanto, este es un problema que debe ser solucionado desde lo más profundo, o más bien, desde lo más alto.
¿Por qué no ha mejorado mucho?
Uno de los principales motivos por los que los directivos descuidan la cultura empresarial es el enfoque excesivo en los resultados financieros. Muchas veces, la prioridad está en alcanzar metas económicas y cumplir con los indicadores de rendimiento, dejando de lado aspectos intangibles como el bienestar de los empleados y la cohesión interna.
Otro factor determinante es la falta de conciencia o conocimiento sobre la importancia de la cultura empresarial. No todos los líderes comprenden el impacto que tiene en la moral de los empleados, en la reputación corporativa y en la competitividad del negocio. Sin un entendimiento claro de estos elementos, la cultura organizacional queda relegada a un segundo plano.
Asimismo, la alta rotación en los niveles directivos afecta la continuidad de la cultura empresarial. Cuando un liderazgo cambia constantemente, la identidad de la empresa se diluye y se dificulta la implementación de valores y principios organizacionales consistentes. Esta falta de estabilidad puede generar incertidumbre entre los empleados, quienes no saben qué esperar de la organización a largo plazo.
Entonces, así más podemos afirmar que la Cultura Empresarial no es un “lujo”, o un “capricho” de todos los miembros, sino que se ha convertido en una pieza fundamental para potenciar el éxito de la empresa, sin dejar de lado que esto surge de la satisfacción y motivación de los empleados en sus actividades diarias, así como también para crear una fidelidad más sólida de parte de ellos hacia la empresa.
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